Por qué las mujeres importan para la política más que nunca
Source: El País
El libro 'El tratamiento de la violencia contra las mujeres en los programas electorales', de Lidia Fernández, analiza las distintas propuestas de las formaciones políticas para concluir que algo no está funcionando.
Si la violencia contra las mujeres es una realidad insoportable e intolerable en nuestro día a día, mayo y junio están siendo absolutamente demoledores. A la semana negra de mayo sumamos el asesinato de dos niñas de Tenerife a manos de un progenitor con custodia legalmente reconocida y el descuartizamiento de una joven. Cuesta asumir tanta crueldad y tanta desidia frente a la misma.
Aunque nuestro país se encuentra entre el centenar de naciones con una legislación especializada orientada a luchar contra algunas formas de violencia y, en concreto contra la ejercida por parejas o exparejas, todos los años siguen siendo asesinadas más de sesenta mujeres a manos de éstas. Desde que disponemos de datos de la mascare machista (2003), el cómputo es absolutamente desolador: 1.097 mujeres asesinadas y 41 niñas y niños víctimas de violencia vicaria.
De fechas anteriores, poco se sabe. Inexplicablemente, no debió considerarse una información relevante. No obstante, incluso con las deficiencias en el cómputo de víctimas y victimarios, la magnitud de las cifras de asesinatos y denuncias convierten la violencia contra las mujeres en la mayor vulneración de derechos humanos a escala planetaria. Su erradicación representa una carrera de fondo que afecta a múltiples ámbitos de las políticas públicas donde el diseño certero de las mismas y el compromiso político se tornan cruciales.
El análisis de las mismas es, precisamente, el objetivo que aborda la monografía El tratamiento de la violencia contra las mujeres en los programas electorales publicada en Comares por Lidia Fernández Montes.
Haga clic aqui para leer el artículo completo por El País el 17 de junio de 2021.
El libro 'El tratamiento de la violencia contra las mujeres en los programas electorales', de Lidia Fernández, analiza las distintas propuestas de las formaciones políticas para concluir que algo no está funcionando.
Si la violencia contra las mujeres es una realidad insoportable e intolerable en nuestro día a día, mayo y junio están siendo absolutamente demoledores. A la semana negra de mayo sumamos el asesinato de dos niñas de Tenerife a manos de un progenitor con custodia legalmente reconocida y el descuartizamiento de una joven. Cuesta asumir tanta crueldad y tanta desidia frente a la misma.
Aunque nuestro país se encuentra entre el centenar de naciones con una legislación especializada orientada a luchar contra algunas formas de violencia y, en concreto contra la ejercida por parejas o exparejas, todos los años siguen siendo asesinadas más de sesenta mujeres a manos de éstas. Desde que disponemos de datos de la mascare machista (2003), el cómputo es absolutamente desolador: 1.097 mujeres asesinadas y 41 niñas y niños víctimas de violencia vicaria.
De fechas anteriores, poco se sabe. Inexplicablemente, no debió considerarse una información relevante. No obstante, incluso con las deficiencias en el cómputo de víctimas y victimarios, la magnitud de las cifras de asesinatos y denuncias convierten la violencia contra las mujeres en la mayor vulneración de derechos humanos a escala planetaria. Su erradicación representa una carrera de fondo que afecta a múltiples ámbitos de las políticas públicas donde el diseño certero de las mismas y el compromiso político se tornan cruciales.
El análisis de las mismas es, precisamente, el objetivo que aborda la monografía El tratamiento de la violencia contra las mujeres en los programas electorales publicada en Comares por Lidia Fernández Montes.
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